No es novedad afirmar que la crisis sanitaria actual se nos escapa de las manos, nuestra rutina es corrompida por el cambio de planes, el estrés se eleva por el riesgo latente, la incertidumbre nos carcome. Todo a nuestro alrededor pareciera estático.
Sin embargo ante la ansiedad, acción. Se requiere encontrar soluciones, caminos y opciones, en esta ocasión trataremos de colocarnos en los zapatos del sujeto existencialista, en busca de propuestas.
A inicios del siglo XX, en un contexto de guerras mundiales y luchas de clase, donde nace el existencialismo, se vuelve casi inevitable que el ser humano refleje tal estado de crisis en sí mismo, encontrándose desamparado ante un mundo caótico y dañino, perdiendo el dios, pues se encuentra ante y en la nada misma. La situación actual nos cuenta una historia parecida, si bien no hay armas ni soldados, el sentimiento de desamparo y caos es similar, vivimos tanto la crisis interna como la incertidumbre.
El sujeto existencialista cuestiona su existencia, se encuentra angustiado por la soledad y posee una mirada desencantada del mundo y de sí mismo, a esto se debe la crudeza de este pensamiento que sorprende al optimista y al religioso.
El concepto fue usado por primera vez por Jean Paul Sartre, filósofo francés, que se auto definió como existencialista, sin embargo, con el tiempo, se agrupó en ella a todos los filósofos que compartían un pensamiento: La existencia precede a la esencia.
Esto quiere decir que la esencia humana no viene predestinada, no es creada por un ser superior o por la naturaleza, por el contrario, la decidimos nosotros, no a través del pensamiento, sino por medio de las acciones, lo que haces de ti mismo y lo que reflejas al otro; como bien dijo Sartre: "El hombre no es otra cosa que lo que él se hace", con esta cita entramos en uno de los principios del existencialismo, el ser humano es aquello que proyecta hacia el exterior y lo que los otros entienden de tal proyección, por ello es responsable de sí mismo, pero, teniendo en cuenta que lo individual impacta en lo común, la persona se vuelve responsable de toda la humanidad, naciendo así la angustia humana, aquella que sólo conoce aquel que es consciente de esta responsabilidad y actúa en base a ello.
La libertad.
Como existencialistas afirmamos fuertemente el libre albedrío, sin embargo, si a esta le sumamos la vida en comunidad, se genera una lucha entre mi libertad y la de “El otro”, nos encontramos con un sujeto externo que no responde ante nuestra voluntad, sino que tiene una propia que nos amenaza, esto significa una barrera, un límite en nuestras posibilidades, dado que no podemos modificar el actuar ajeno, lo más sensato es tratar de recobrar mi voluntad, sin eliminar la del otro.
Parece simple, más no lo es, pues también debe tenerse en cuenta que lo individual deja de serlo al vivir en sociedad, toda acción que provenga desde nuestra voluntad va a afectar, aunque sea mínimamente, el actuar ajeno.
Poniéndote en el lugar de un trabajador que vive de lo que gana a diario. Imagina te despiertas padeciendo covid mañana, sólo te queda un trozo de pan para desayunar y no tienes nada de dinero; ¿Sales a trabajar sabiendo que pones en riesgo las vidas y libertades de todos los otros? o ¿Te quedas en casa, arriesgando tu propia vida?
Solución individual:
Situándonos en el pensamiento existencialista y teniendo como motor la necesidad que posee el humano de aliviar la angustia, que genera este peso de la comunidad en nuestra individualidad, ¿Cómo actuar ante la pandemia? Teniendo en cuenta que mi libertad posee igual importancia que la libertad del otro, el camino a seguir sería respetar ambas libertades en la mayor medida posible, para lograr esto habría que prolongar la cuarentena lo máximo posible, cuidar la vestimenta, las medidas de protección y cualquier acción que pueda llegar a afectar la voluntad ajena.
Aquí resalta un nuevo problema al ver la realidad chilena, pues los recursos de gran parte de los individuos son escasos y no logran, por ejemplo, pagar por la protección necesaria para no contagiar o ser contagiados.
Esta problemática no parece tener salida desde la acción individual, sin embargo es posible racionarla en la colectividad.
Solución social:
Una de las principales problemáticas colectivas que enfrenta el humano debido a la pandemia es la crisis económica, la mano de obra no puede salir a ocupar sus puestos de trabajo por estar enferma o en riesgo constante de contagiarse y expandir el virus. Para analizar este conflicto, desde un punto de vista existencialista, hay que tener en cuenta el valor primordial que entrega esta corriente al libre albedrío humano y su intención de preservarlo.
Las opciones que posee el individuo se ven limitadas por la posición económica en la que se encuentre, aquel con seguridad económica tiene la posibilidad de elegir entre respetar la cuarentena o no, sin embargo, en una situación de precariedad monetaria la elección se ve limitada entre trabajar o morir de hambre, dejándonos con una libertad a media.
Teniendo en cuenta que nos encontramos bajo el amparo del estado chileno, es este quien debe velar por nuestra seguridad y sobre todo, para el existencialismo, responsabilizarse ante las limitaciones de nuestra libertad.
Es el estado quien debe actuar en beneficio de una sociedad poseedora de total libre albedrío, para ello, durante este período de pandemia, su trabajo sería asegurar nuestra libertad de acción, esto sólo puede ser logrado con un aporte económico y un gobierno que se sitúe como protector del pueblo y no de las empresas privadas, como se ha visto hasta el momento.
Conclusión:
Afrontar la pandemia desde un punto de vista existencialista sería una herramienta útil, tanto a nivel individual, como a nivel gubernamental. Debido a que a través de este pensamiento se aseguraría una libertad real, sin embargo, requeriría un enorme compromiso por parte del estado hacia las personas, para que estas se sientan seguras de proteger su integridad y la de los otros.